Ya en la Edad de Bronce los habitantes de las Tierras Galaicas trataban de domesticar a las bestias. Existían manadas de caballos salvajes en las montañas cercanas a los poblados que dieron lugar a un espectáculo de lo más genuino y que gira alrededor del trabajo de los ganaderos del lugar que, como cada primavera, se despliegan por los montes para, con gritos que imitan a los guerreros de antaño, obligar a los caballos a bajar a los valles. Es una ceremonia ancestral, descrita ya por los romanos hace dos mil años.
“Con cuernos y con gritos acosan a las bestias por los montes hasta lograr acorralarlas. Unas, las sacrifican para comerlas. Otras las doman y les sirven de montura para sus luchas guerreras…”
Esta “ceremonia”, que es tan antigua como Galicia, se repite cada año, y es conocida como “A rapa das bestas”. El rito básicamente consiste en “rapar” las crines de los caballos y luego marcarlos. Estos caballos pertenecen a una raza de pequeño tamaño, pero son robustos y se han adaptado durante siglos a la supervivencia en unas montañas en las que la crudeza del invierno es su única compañía.
La “Rapa” tiene lugar en el cercado denominado “curro”, que no es otra cosa que un recinto entablado dónde se acorrala a los caballos, yeguas y potros. Allí, los hombres con más experiencia, los denominados “agarradores”, mantienen un forcejeo brutal con cada animal, al que acaban reduciendo, para cortarles las crines y/o marcar a los que fuese necesario.
Esta madrugada y ya los días anteriores, los hombres más jóvenes suben al monte para ir juntando a los caballos en un punto estratégico. El rito empieza coa “baixada”, que consiste en la operación de acoso, acorralamiento y conducción de las yeguadas, que van descendiendo poco a poco hasta llegar al curro. En este círculo vallado es dónde se realiza la rapa. La operación de separarlas y elegir el animal es un auténtico hervidero de hombres y de bestias que forcejean y pelean entre sí. Una vez elegido el ejemplar, los hombres tratan de inmovilizarlo, mientras que los demás caballos y potros se defienden revolviéndose, alzándose, coceando y relinchando.
“A Rapa das Bestas” es un espectáculo de extraordinaria fuerza bruta, técnica y vistosidad.
Very Good!!! Muy buenas, Fer!!