Cuenta la leyenda que fueron los celtas los que iniciaron esta celebración como una manera de hacer culto al sol en esta época del solsticio de invierno. Otras teorías la sitúan en el siglo XVIII en la que, debido a una epidemia de cólera, los “fachós” se usaron como una medida purificadora, pidiendo también la ayuda al santo San Sebastián. Lo más seguro es que ancestralmente se tratase de una fiesta pagana ligada a la época del año en la cual se pedía una pronta llegada de la primavera, en la que se quemaban rastrojos para fertilizar las tierras, etc, etc. Sería ésta una celebración popular que, como otras muchas, posteriormente sería “cristianizada” por la Iglesia.
Sea cual sea su origen, lo que sí es seguro es que hoy día la celebración de esta fiesta poco tendrá que ver con lo que se haría antiguamente, y mucho menos hoy día le podemos encontrar un vínculo directo con la naturaleza o con el ciclo estacional. Hoy se ha convertido en un espectáculo visual y gastronómico (se consumen chorizos a la brasa “a moreas” y cientos de litros de vino de la Ribeira Sacra). Ya casi no hay personas que realicen la “procesión” desde la iglesia hasta el castillo para volver a la iglesia con la única iluminación de sus propios “fachos” (que cada uno portaba antiguamente, tratando de hacer el más grande que pudiese, alcanzado alguno de ellos los cuatro metros de altura) creando ese ambiente fantasmagórico y de recogimiento. Ahora el espectáculo tiene como protagonista a un enorme “facho” de paja, de unos 12 metros de largo o más, que portan entre varias personas y que una vez prendido va ardiendo y desintegrándose a lo largo del recorrido circular, entre la locura mediática que supone ver la paja consumiéndose y cayendo las “charamuscas” por encima de los “porteadores” hasta la vuelta al atrio de la iglesia dónde los restos del facho ardiendo terminan de desintegrarse en comunión luminosa con la gran pira; y en alguna ocasión, como la presente, convertido en un enorme dragón luminoso.
Si quieres conocer esta fiesta ya sabes, pásate por Castro Caldelas un 19 de enero (víspera de San Sebastián) al anochecer… Ah! Y no te olvides la ropa de abrigo.