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Bandujo es ya sí mismo un lugar con un encanto especial. Sumado a su espectacular ubicación en plena zona montañosa del Concejo de Proaza, tiene sin duda un sin fin de atractivos y curiosidades que lo hacen único.
Llegamos al pueblo atraídos por una celebración muy especial, después de que Google Maps decidiese ofrecernos un “rural tour” por las estrechas y sinuosas carreteras que serpentean por esta increíble zona montañosa asturiana, y así pudiésemos descubrir y disfrutar de paisajes de ensueño que a ratos te quitan el aliento; atravesando “pueblines” y aldeas dónde el tiempo parece haberse detenido.
Al instante de llegar al pueblo nos aguardaba otra grata sorpresa: tras aparcar en el parking habilitado a la entrada del pueblo, allí mismo conocimos a Rafael (Rafa), el sacerdote de este pueblo y de otras 14 parroquias más (vaya mérito). Sin duda una maravillosa “causalidad” que nos abrió la mente y las puertas hacia un conocimiento más profundo de los atractivos que guarda este mágico y ancestral lugar.
Rafa es una persona súper especial; un ser que desprende una bondad y una buena energía difícil de encontrar hoy en día. Casi diríamos que está impregnado de esa santidad humanizadora que tanto precisamos. Y fue precisamente Rafa el que nos presentó a Mabel y a su marido Víctor, un matrimonio fantástico que son el “alma mater” del pueblo y que, junto con Chema, nos ofrecieron su conocimiento de la historia de Bandujo y, sobre todo, de la buena relación vecinal que reina en el pueblo y que deriva, entre otras cosas, en la “especial” celebración que tiene lugar en Difuntos.
Tras una misa en la preciosa y antigua iglesia que, aunque no seas creyente, estoy seguro que disfrutarías, tuvo lugar la ceremonia de la bendición de las tumbas en el pequeño, peculiar y amurallado cementerio. Allí estaban congregad@s tod@s l@s vecin@s junto a las tumbas de sus antepasados, hermosamente decoradas con pétalos de flores de todos los colores (Señalar que decoran absolutamente todas las tumbas, tengan o no descendientes directos vivos. Eso te puede dar idea de la unidad y fraternidad que reina entre los habitantes del pueblo). Este año, debido al “vendabal” y al mal tiempo, los vecinos decidieron, por primera vez (alguno no estaba muy de acuerdo) cubrir las tumbas con unos plásticos transparentes para tratar de evitar que el viento deshiciese todo el trabajo decorativo, lo que deslucía un poco la vistosidad del evento. Y allí estaba Rafa, sujetado por una vecina para no salir “volando” montaña abajo, dando las gracias a tod@s por estar allí, por la labor que hacen, por ser tan unidos, y por seguir manteniendo las tradiciones heredadas de los antepasados.
Podría seguir contándote más y más anécdotas y detalles de esta jornada única y tan especial en este mágico lugar, pero no tendrías casi ocasión de echarle una ojeada a estas fotografías que te muestro a continuación y que intentan ser un humilde reflejo de lo que allí vivimos.
Bandujo… ¡Repetiremos seguro!



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