Sorprendido me quedé con la boda de María y Nico. La sorpresa no se debió a que su enlace fuese sencillo, discreto y personalísimo sino porque todo surgió de repente.
En la vida solemos formarnos unos “clichés” o estereotipos, y también solemos pensar en una manera en concreto de hacer las cosas, sin entender que cada uno tiene su visión de una misma realidad; de ahí que todo en la vida sea “relativo” y no haya verdades absolutas ni siquiera en la ciencia.
Los profesionales tenemos la costumbre de que las parejas contraten a su fotógrafo de boda con bastante tiempo de antelación, quizás inmediatamente después de contratar el pazo, restaurante y la iglesia (si se trata de una ceremonia religiosa); pero no siempre es así y nuestra mente debe estar a cierta a otras parejas que toman sus decisiones con mucho menos tiempo de adelanto pero que son igualmente respetables.
María contactó conmigo sólo unos días antes de su enlace con Nico, y confirmaron la fecha la misma semana de la boda; algo totalmente inusual y sólo factible dada la época del año, ya que si fuese en plena temporada veraniega difícilmente podría haber tenido la oportunidad de ser su fotógrafo. Dadas estas circunstancias inicialmente en mi cabeza ya me hice mis suposiciones hasta que los conocí personalmente y me di cuenta de la calidad humana que tienen.
Su boda fue muy sencilla, íntima y muy familiar pero con todos los ingredientes necesarios para que fuese de lo más auténtica que he visto y su celebración haya sido por todo lo alto en cuanto a autenticidad. La actitud que ambos mostraron, la entrega, el cariño de sus miradas y el amor que desbordaban lo llenaron todo y yo, como fotógrafo, no puedo pedir más.
Muchísimas gracias por haber contado conmigo para un momento tan importante en vuestras vidas.